Me has engañado…¿y ahora qué?

emilio lópez bastos

¿Cómo se resume en un unas líneas la situación de una persona que se ha enterado de que su pareja le ha sido infiel? No se puede generalizar, hay muchos factores en juego, pero lo común es que el engañado, sea hombre o mujer, pase por distintas fases, que pueden ir desde la hostilidad abierta hasta una profunda dependencia emocional, en función de las reacciones iniciales de su pareja y el proceso que sigan ambos. No es fácil pedir que se responda con calma ya que es una de las situaciones que mayor sufrimiento emocional acarrean dentro de una relación. Pueden surgir sentimientos de desconfianza, inseguridad, miedo, incertidumbre, inferioridad, derrumbe de la autoestima, autoculpabilización, incomprensión, hostilidad, venganza, ira, cólera, reproche… incluso en el caso de que hayan sido, a su vez, también infieles (lo sepa o no su pareja).

Así, es frecuente que el engañado pueda desplegar una serie de conductas que no hacen más que empeorar la situación: infidelidad por venganza, fiscalización absoluta por una completa desconfianza, espionaje activo en busca de pruebas, confrontación directa con el tercero en cuestión, identificarse con el otro y cambiar para “estar a su altura”, etc. Estas reacciones no dependen exclusivamente de la personalidad o circunstancias del engañado, ya que tienen mucho que ver con la actitud y las respuestas del que ha sido infiel, y muchas veces éstas no suelen ser las más apropiadas: evitación, falta de empatía, reproche, autojustificación excesiva, culpabilización del otro, impaciencia, excesiva docilidad, falta de comunicación sincera, ira, victimismo, desprecio, orgullo…

Por ello, es habitual que en una situación de infidelidad haya que enseñar al que ha sido infiel cómo entender y tratar a su pareja. En esto reside una de las claves fundamentales de la superación de este tipo de crisis. De hecho, una infidelidad no es algo que “surja por casualidad” o se produzca de forma no intencionada. Siempre que tomamos una decisión, sencillamente, la tomamos. A partir de ahí defenderse con expresiones del estilo “fue algo sin importancia” o “no sé como ocurrió, pasó y pasó”, ante una persona que está sufriendo no es una buena forma de afrontarlo. Y si existen motivos más profundos, como sentirse desatendido o poco valorado, la monotonía, la insatisfacción sexual, la búsqueda de nuevas sensaciones, la idealización del enamoramiento, etc., tampoco se pueden utilizar como justificaciones después de cometida la infidelidad si antes no se han puesto encima de la mesa e intentado resolver abiertamente.

Entraña una gran dificultad pero es determinante no establecer una guerra entre oponentes, por ejemplo, sobre quien ha sufrido más o quién es el más perjudicado o culpable para haber llegado a esa situación, y hablar sobre el tema de forma abierta, responsable y madura; a fondo y con una absoluta honestidad. En este momento la pareja “traicionada” tiene derecho a saber qué terreno pisa y no hay que centrarse en el cómo de la infidelidad, sino en las raíces de ella. Y aunque no debe entrar ni en el rol de víctima ni el de culpable de la situación, hay que tener en cuenta que el engañado suele sufrir una devastadora “soledad social” a causa de la visión y opinión negativas que existen alrededor de la infidelidad en nuestra sociedad. Puede tener miedo de compartir lo que le sucede porque teme ser ridiculizado, no recibir sinceridad de su entorno o incluso recibir una excesiva “presión” para tomar una decisión que en el fondo no quiere tomar. Además contarlo supone dar explicaciones sobre muchas cosas íntimas que no son fáciles de contar.

Si gestiona el problema con madurez, paciencia y prudencia es habitual que una pareja salga muy fortalecida del terremoto emocional que implica una infidelidad. Por ello, si existen dificultades para la comunicación o un sufrimiento emocional alto, es bueno que se reconduzca a través del consejo profesional. Curiosamente, solemos pensar que de darse esta situación terminaríamos con la relación, pero esto no suele suceder, ya que al encontrarnos con esta realidad y hacer el balance entre pérdidas y ganancias que implicaría la ruptura el resultado suele ser distinto a lo que inicialmente creíamos.

Una recomendación final. Es frecuente que las parejas que pasan por esta situación jamás hayan hablado de que pudiera darse, porque todo lo relacionado con la infidelidad suele silenciarse. Así, una vez que sucede lo único que argumentan es aquello de “se suponía que esto no iba a pasar”. Mejor es no suponer nada y hablar abiertamente con la madurez que requiere la cuestión sobre lo que se piensa acerca de la infidelidad y qué supondría de producirse.

© Emilio López Bastos, psicólogo y especialista en sexología.

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