Colaboración con Jorge Casanova sobre educación sexual
La escasa implicación de los profesores, por temor a las quejas de los padres, impide una enseñanza adecuada.
La información que se ofrece hoy es escasa y muy irregular, según todos los actores de la comunidad escolar.
La escasa e irregular educación afectivo-sexual que reciben los alumnos gallegos dará un salto de calidad el curso que viene. Al menos sobre el papel. La aplicación de la LOE y, singularmente, el arranque de la asignatura de Educación para la Ciudadanía en el segundo curso de la ESO aumentarán los contenidos curriculares relacionados con el sexo y la afectividad. En cuarto se añade también una clase semanal de Educación Ético-Cívica, que abordará cómo afrontar los sentimientos propios. Paulatinamente se irán incorporando también a la educación primaria aspectos relacionados con la educación afectivo-sexual en las asignaturas de Coñecemento do Medio y Educación Física.
En principio, los cambios están siendo bien valorados por la comunidad educativa en lo que tiene que ver con el giro de la educación sexual hacia conceptos que añadan lo afectivo y trasciendan de lo biológico. Sin embargo, hasta la fecha, la educación sexual ha tenido una presencia más bien escasa y extraordinariamente discrecional, de modo que, frente a algunos centros donde la temática se aborda con recursos y tiempo, en muchos otros simplemente se ignora más allá de los temas obligatorios en las clases de ciencias.
El miedo del docente
«Es el típico tema que siempre se aborda de puntillas y en función del profesor de turno», opina Belén Riveiro, vicepresidenta de la Confederación Gallega de Padres de Alumnos, quien, tras revisar los primeros manuales de Educación para la Ciudadanía, no tiene demasiada fe en que se produzca un avance significativo al respecto. Sin embargo, el colectivo de padres aparece señalado por el profesorado y la Administración como uno de los grandes obstáculos para un normal desarrollo de la educación afectivo-sexual: «Ás veces, hai pais e nais que non educan na casa sobre a sexualidade e tampouco queren que o faga a escola -admite la directora xeral de Ordenación Educativa, María Xosé Pérez Mariño- e non hai nada que lle dea máis medo a un docente que que lle saquen nun periódico por un tema deses». Pérez Mariño considera que hay que seguir avanzando en la educación afectivo-sexual, pero que el curso que viene «quedará cuberta de forma suficiente». Sin embargo, algunos profesores tienen sus dudas. «Tal como está o temario, non creo que haxa tempo a dar máis de tres clases en todo o curso», calcula Sonia Sánchez, profesora de Filosofía en un instituto de Moaña. Y eso si los temas de educación afectivo-sexual no se programan al final del temario y se quedan definitivamente fuera: «Que é o que vai pasar en moitos casos», vaticina esta profesora. «O problema é que esta asignatura ten contidos moi declarativos e un potencial educativo limitado. E, como foi tan polémica, os libros son moi vacuos».
Así las cosas, los cambios en la educación afectivo-sexual pueden quedarse tan lastrados como tradicionalmente ha ocurrido desde su implantación en el sistema educativo: «Todavía hay muchos padres que creen que la educación sexual fomenta la curiosidad con respecto al sexo, cuando en realidad hace lo contrario: quitarla», dice Emilio López, piscólogo y orientador en un centro privado de secundaria en Vigo. En su opinión, la educación afectivo-sexual debería estar presente desde los 5 años y no pasar por alto algunos conceptos como el derecho al placer y a disfrutar del propio cuerpo, rompiendo algunos mitos tan arraigados en la sociedad como el considerar relaciones sexuales plenas solo las que incluyen el coito.
Publicado en:La Voz de Galicia, el 1 de Junio de 2008.
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